
Qué triste
cuando la vida te toma por sorpresa
y, sin aviso, te recuerda
todo lo que va mal
y te desconcierta.
Qué triste esta pena
que me gana, me desvela.
Qué tortuosa condena.
Qué triste
ver romperse promesas,
y que se griten
o, peor, susurren blasfemias.
Qué triste que no me veas
aunque yo me muera.
Qué amarga mi ausencia de ideas.
Qué pesar me causa
que los años creen barreras,
que el tiempo sea distancia.
Qué triste es abrir los ojos
y darse cuenta.
Qué triste, como la canción.
Triste el olvido, triste el adiós.
Triste el oculto lamento infinito
que trae ser vencido
por un mudo "no"
a lo que pudo ser y nunca se dio.
Triste no ser elegido
para dibujar alegría en los ojos divinos
aunque sienta que su destino
está escrito en los míos.
Triste el temor a uno mismo
y sentirse indefenso como un niño.
Triste el final
y acercarse a él sin freno, como un imán.
Qué triste que todo acaba
y de un segundo a otro no queda nada.
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