lunes, 28 de marzo de 2016

Casi quiero empezar de nuevo

Casi quiero
escuchar tus disculpas
o tener una excusa
para dirigirte la palabra.

Casi quiero no evadir tu mirada
ni desviarme de mi camino
porque sé que ahí estarás
cada mañana.

Casi quiero
dejar de tener miedo
y usar la escalera de siempre,
perder el orgullo
e ir a verte
después de mi clase
un martes o jueves.

Dejar de jugar al drama;
eso sí sería bueno.
Casi quiero
empezar de nuevo,
pero aunque quisiera,
no puedo.

miércoles, 16 de marzo de 2016

Lo que pudo ser

Iba a llamarte,
pero pasaban las siete.
Era tarde,
era viernes, 
y esos días la fiesta y la música
no duermen.

Iba a matar otra flor
con la duda de si me quieres o no,
pero dejar que se marchite sola
me pareció mejor.

Iba a dejar de usar metáforas
porque todo era bello,
pero me encontré buscándolas
en un día negro.

Iba a escribirte una canción de amor,
pero no tienes ojos, oídos,
ni siquiera un corazón,
y ofrecerte algo como eso
no es una opción.

sábado, 5 de marzo de 2016

Poemas de amor

Nota: Escribí esto el 3 de enero de este año, pero ahora es un mejor momento para colgarlo aquí.

No quiero escribir poemas de amor
porque siempre es igual,
porque el compromiso es aterrador,
porque una larga amistad conmigo es buena opción,
porque del café a la habitación hay un paso
y justo ahora el sexo me parece mejor.

Ya no quiero dedicar versos;
no tengo tiempo para eso.
Mis obligaciones hacen los días eternos
y no hay espacio en mi agenda
para querer a alguien de esa manera.

La rutina me abruma
pero no necesito ayuda.
No necesito llorar en un hombro;
muchos salen de esto solos.

martes, 1 de marzo de 2016

No entiendo

No entiendo sus señas.
No entiendo sus pruebas.
Sus palabras me parecen una lengua extranjera,
su mirada de cielo una pintura perfecta,
y su risa una invitación discreta
o quizá una advertencia
de su próxima sorpresa.
No entiendo qué significa
cuando alza las cejas,
cuando calla, cuando grita,
cuando pide que me aleje,
cuando dice "eres mía".
No entiendo la confianza en su sonrisa,
ni la pena en sus palabras,
ni el temor en su mirada,
ni la fuerza en su abrazo,
ni el cuidado de sus manos.
No entiendo por qué insiste
en besar mis labios,
y susurrar en mi oído
pero en ese momento
lo entiendo.
Tiene todo el sentido.

El mesero

Con tal de sacarle una sonrisa,
pienso en una buena línea durante el día
y para tener suficiente valor,
me paso con los tequilas
y saco mi incómodo sentido del humor.

Ahora todas las noches
pido un trago tras otro
con tal de oírlo hablar,
porque aunque no lo conozco
detrás de esos ojos
no puede haber maldad.

Resisto el olor a pisto y cigarro,
a los borrachos cantando
y al sujeto en la esquina
que me está acosando
porque él vendrá
en cualquier momento
a ver si necesito algo más.
No tengo otra manera de verlo
mas que en este bar.