lunes, 28 de septiembre de 2015

Libremente

No busques explicaciones.

Podría jurar
que los ángeles levantan
las comisuras de tus labios
cada vez que sonríes.
La espuma de mar parece
dar color a tus dientes
y las rosas envidian el color de tus labios,
–y de tu ruborizado rostro–
la arena el de tu piel
y el carbón el de tus ojos.

No regales a nadie ese don
de encontrarme en mi frustración,
ni la belleza en tu viva mirada,
ni la habilidad de contagiar alegría
con tu sonrisa.
Ésas cosas son sólo tuyas
aunque sin querer, de cierta forma,
las he hecho mías.

Ojalá un día encuentre
eso que llaman "bien"
escondido en tu piel.
Ojalá en la próxima vida
sea alguien diferente
que pueda cuidarte, quererte
y besar tu mano
libremente.

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